El acto de evocar no siempre supone una identificación en términos de reconocimiento. Y, sin embargo, el reconocimiento, como apreciación primera, pide una familiaridad de antemano, donde lo advertido, una imagen por ejemplo, hace de las suyas casi en cualquier lugar, diríamos que pervive por un influjo mundial provisto del carisma mediado. Mas, ¿quién o quiénes promueven el paso o la insistencia de ese carisma? La historia desde su naturaleza cultural o, para ser menos candoroso, la historia con sus cargas culturales.
Pero la historia no se construye sola. Ella representa una sumatoria de voces, a veces contrapuestas por las propias subjetividades (los que la escriben y quienes la leen) que implican y complican lo objetivo (fechas, figuras, contextos…). Los artistas no son historiadores, pero sí mediadores de cómo las imágenes del pasado continúan incidiendo en el presente. Ese “del otro lado” o el “a través de” que entraña el prefijo trans en lo cultural, va más allá de mirar el contacto y la supervivencia de iconos universales. Lo anterior involucra también una manera de penetrar lo intercultural de o en un contexto para salirse de lo regional y no quedarse a la vera del concierto dominante. No creo que Arley Perera Pérez (San Antonio de los Baños, 1976) como artista y, antes como sujeto sociocultural, se inserte en el fenómeno de globalización para estar a la moda. Además de no quedarle de otra, de no poder ir a contracorriente, le place explayar un discurso estético conceptual, en que su producción artística notifica una suerte de (in)dependencia, de estar en el mundo por esas mismas imágenes, que son identificables aquí y allá, ahora y ayer. Pero, la serie Transculturación viene a confirmar más que la unión o el trato con las prácticas culturales: Arley es un incansable asimilador de referentes clásicos e históricos.
Ahora, su postura frente al imperio de determinados iconos es transgresora y muy irónica. Es una desobediencia razonada. Tiene necesariamente Arley que desobedecer por contrastes provocadores, cambiando el look y cuanto este representa para personajes como Marilyn Monroe, Gandhi, Hitler y Gorbachov. Simbolizar en la cultura de masas, en la Historia, aviva cambios en las actitudes de recepción; cambios que, por fortuna, precisan criticar, desde lo más visible hacia las entrañas, esos influjos del carisma ya fraccionario.
text by Daniel Céspedes Góngora
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