Adonis Muiño es una rara avis de la pintura cubana contemporánea. Sus temas, su visualidad y su formación no son comunes dentro de los creadores que habitan en la Isla.
Nacido en 1986, Adonis es natural de La Habana. De pequeño, las artes plásticas resultaron un remedio casero para que su madre lograra mantenerlo quieto. Con tres o cuatro años de edad, ya usaba lápices de colores y crayolas como “tranquilizante” y a los cinco ya asistía a talleres de pintura en el capitalino municipio de 10 de Octubre, lugar de nacimiento y residencia.
En su adolescencia fue de los primeros cubanos en sumarse al novedoso proyecto de Instructores de Arte, que pretendía dotar de maestros de artes plásticas , danza, música y teatro a casi cualquier rincón del país. Ya no se trataba de ser artista, sino de cómo formar a los del futuro.
“En esa escuela tuve maestros egresados del Instituto Superior de Arte que más devinieron oleada de reconocidos artistas contemporáneos, que fueron referentes importantes en mi enseñanza”, confiesa.
Esa escuela, reconoce, le abrió el diapasón y le hizo definir el arte como su fuente de sustento, a lo que se quería dedicar seriamente. Mientras cursaba esa especialidad, le impactó el arte del Premio Nacional de Artes Plásticas Lázaro Saavedra y constituyó para él un despertar. Además, el arte de Antonia Eiriz, José Bedia, Flavio Garciandía, Santiago Olazábal y Raúl Cordero lo influyeron notablemente.
Muiño, fue profesor de arte en escuelas de primaria y secundaria, con alumnos que alcanzaron varios reconocimientos. A la par, su desempeño como artista también tuvo recompensa: fue dos veces premiado en el Salón de Instructores de Arte que se celebraba anualmente en la Casa de la Cultura de Plaza de la Revolución.
Tras cumplir su servicio social al Estado como profesor de arte, el joven decidió desvincularse de la docencia para enfocarse en otras metas. En 2013, se graduó como Licenciado en Comunicación Social, hecho que ha mediado en su creación artística:
“La carrera me aportó mucho desde el plano comunicacional de mi obra. En un principio trataba de jugar con los códigos y la incitación al espectador. Yo hacía un tipo de arte al principio que era muy instalativo, muy referente, muy de intercambio con el espectador. Incluso, a veces el propio espectador formaba parte de la obra”.
En esa cuerda, en 2011, Adonis Muiño realizó una exposición bajo el proyecto JaVAdo titulada “Dos cabezas piensan más” con un amigo y artista formado en la misma escuela para Instructores de Arte. En ella hizo una instalación de gran formato que representaba a 500 individuos hechos de fósforo. Todos conservaban la pólvora en la cabeza excepto uno, el líder, encima de una tarima, con la pólvora calcinada.
“De esa obra se habló en los medios. Salió en Canal Habana y tuvo mucha repercusión, porque levantó muchas teorías y polémica. La gente se preguntaba quién era el líder, por qué estaba quemado, por qué los demás no… Todo eso para mí fue satisfactorio porque quería incitar al debate”, recuerda.
También, reconoce que su carrera universitaria influyó en el uso de textos para la construcción de obras.
“Hice una intervención pública en Guanabacoa llamada ‘Entrar por el aro’, en la que el público para entrar en el parque debía cruzar este objeto. El título y lo que allí se hizo, vienen de la frase coloquial referida a retomar el camino, a disciplinarnos. Eso es otro ejemplo de cómo el estudio de la comunicación influye en mi obra”, agrega.
Mientras estuvo en la Universidad, el artista tomó un descanso de su producción plástica. Lo describe como un tiempo de reflexión, de reposo, en el que no tocó ni un pincel.
“Llegó un momento en que retomé la plástica sobre 2013 coincidiendo con el fin de mis estudios y empiezo a trabajar un tema ligado a la abstracción. La llamo ‘pintura experimental’, porque convergen varios materiales que son clásicos y otros de distinta naturaleza y con fines diferentes, como son los esmaltes industriales, impermeabilizantes u otros tipos de materiales que le aportan un valor e intensifican el nivel visual de la obra”, asegura Muiño.
Esta fase experimental, en la que aún trabaja, es descrita por él como una aventura en la que se enfrenta a un lienzo en blanco con todas las posibilidades expresivas que brinda un material, para descargar las emociones. De tal modo se conforma una obra que puede sorprender o desagradar al final, nunca se sabe a ciencia cierta hasta ver el resultado aunque se encuentra ahora mismo en una etapa más figurativa, aplica la técnica descrita anteriormente para la creación de los fondos de sus nuevas piezas, incursionando además en una visualidad con líneas verticales que son el resultado también de experimentaciones con la pintura fresca en este caso del óleo, pigmento predilecto del artista.
Por su talento, Muiño ha obtenido varios galardones, entre los que se encuentran el Gran Premio del Salón “Habana” (2009) y el Premio de la Casa de África (2010) y más reciente obtuvo mención honorífica en el Festival del Caribe (2020), obras de su autoría se encuentran en colecciones privadas de Hungría, Estados Unidos, Grecia, Canadá, Egipto, España y Turquía, entre otras naciones y ha mostrado sus piezas en en más de una decena de exposiciones.
Entre las ambiciones del joven creador se encuentra reconocerse en la escena nacional y foránea
“En Cuba el panorama es complicado en ese sentido: casi nadie va a las galerías o compra piezas en ellas. Muchos colegas se han decepcionado de su carrera porque la actividad comercial es muy pobre; pero a mí me gustaría vivir de lo que hago. No quisiera trabajar para encargos o hacer un arte hipócrita, que no vaya conmigo”, dice.
“Quiero hacer un arte sincero. No lo que me imponga nadie: ni un mercado ni una tendencia comercial”, concluye.
Text by journalist Ernesto Guerra
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